#ElPerúQueQueremos

No votó pero cantó y después volvió a cantar

Publicado: 2011-06-14

Pentapolar Birds

Este año Trinidad Carrillo se suponía iba a grabar su primer disco en Lima pero no encontró lo que esperaba encontrar por lo que no lo hizo, pero sí encontró muchas oportunidades para tocar en vivo y ganar mucha experiencia. Y se presentó en el Teatro Segura y eso a todos nos pareció y parecerá fantástico. “Alucina que a los 8 años estuve parada en la misma escena con el coro del colegio. Ganamos el primer puesto entre los coros nacionales de los más chibolitos. Y, nada, no reconocí el lugar al entrar al teatro, pero cuando entré al escenario, ¡sí! Parada ahí fue como ver un flash de foto vieja”. Y el sonido que de allí salió fue el de los mejores y el que aquí se reproduce.

A Trini, la peruana-sueca, le gusta cantar “cuentos, historias… jugar con la voz. Darme aspas de molinos y volantines y saltos lunares y lunáticos”. Y no toca el piano mucho tiempo, “pero cuando toco, es como que una baila con los dedos y de casualidad salen melodías bonitas que me gustan y que hacen que sigan saltando los dedos buscando qué le sigue y qué le sigue”.

Ella vive en Suecia desde el siglo pasado y cuando le preguntas por qué tanto tiempo allí, te mira como siempre lo hace cuando la pregunta le parece un poco ‘papa frita’ y te responde porque es su casa. “Y si me preguntas por qué voy tanto a Lima, te digo porque es mi casa… Pero si dejo que la cabeza busque algunas otras razones, tal vez cambie de opinión y entonces me preguntes por qué Dominica. Y mudarme a Dominica me es un poquito complicado por el momento. Entonces dejo que la cabeza no piense tanto y que el corazón me vaya llevando. O eso quiere creer”.

Y enseguida le pregunto por un recuerdo de cuando estuvimos juntos una noche por las calles madrileñas pero ella no recuerda nombre ni lugar específico. La música y la fotografía aún no las ha unido y sostiene que son dos idiomas, por el momento, diferentes. “Recuerdo haber estado con Elisa en un bar oscuro, poniéndose cualquier cosita de sombrero y encontrando aretes colgando de la lamparita, sentada en un sillón antiguo y grande y su risa y sus piernas blancas y bonitas. Pero puedo estar mezclando diferentes escenas… Y un café de Lavapiés sobre un techo donde tomábamos café y fumábamos cigarrillos de rolear”.

Y afirma segurísima que a pesar de estos momentos inquietos en una Lima en 2011 se siente mejor en Gotemburgo. Y cuando necesite moverse, lo hará. Siempre colgando del cuello su música y su cámara fotográfica. “Siempre digo que cada foto es como una canción y cada canción es como una película o una historia corta, de terror, de amor o de ciencia ficción”. Y eso le gusta.

Y de Madrid seguirá recordando “el sol que no entraba por la ventana. Estar sentada en ese cuarto iluminado por luz amarilla tocando la guitarra de Hilario y marcando el tacto con el pie y cantando canciones sobre panqueques, no los punks, sino los que comes... Me acuerdo del lugar de Hilario donde grabábamos covers -como él vivía en un agujero, entonces le llamábamos las seciones del agujero de Hilario-… Me acuerdo de un paseo en el que fuimos a un cementerio a tomar fotos y todo lo que pasó en el camino y cómo llegamos justo antes de que cierren y no llegamos a ver mucho pero saqué un par de fotos”. A un pequeño cuarto con una salamandra en el techo y caminando mucho por el cementerio en busca de su abuelo. A ella muy contenta.

Y en estos instantes se quiere imaginar con su música, también en la playa. Ahorita tocando piano, ya que el lunes estuvo todo el día en su casa buscando financiamiento para el libro que quiere publicar. “Pero he tenido mis momentos de distracción jugando con una canción, por suerte”. Después se habrá sentado a buscar sus claves, que se le están haciendo medio secretas.


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La noche olivastra

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